Allí, en lo más profundo de la meseta castellana, al cobijo de agrestes páramos, testigos de antiguas batallas almorávides en recónditos e inhóspitos parajes como el hoy despoblado de lagunas.
Allí entre ricos cultivos de cereal y vides, ahora ya centenarias. Esas por las que antaño, nuestros seres queridos se dejaron la vida por mantener.
Allí donde los impredecibles inviernos nunca parecen terminar tiñendo de blanco con su manto de cencellada los meses más primaverales.
Allí, a medio camino entre San Esteban de Gormaz y Alcubilla de Avellaneda por donde nuestro castellano Rodrigo Díaz de Vivar tantas veces a buen seguro galopó. Donde su apóstol se muestra vigilante a las puertas del cielo en la ermita de origen románico, erguida en lo más alto del cerro viendo levantar una pequeña población de apenas hoy más de cien personas. Donde sin duda, la hospitalidad en lugar de un pan viene de la mano de cada nacimiento. Allí donde los sueños huelen a mezcla de fresca tierra mojada gasolina y leña quemada, donde las ilusiones, demasiadas veces viajan en forma de un billete sin vuelta.
Allí es donde emerge Villálvaro. Lugar donde, aquellas pocas tardes en las que el campo da una tregua, estas se pasan entre risas charlas y confidencias en compañía de cualquiera de los caldos del lugar, y porque no, también alguna que otra fresca siempre al cobijo de una buena fogata.
Lugar este capaz del mundo parar al ver sus fiestas patronales llegar mientras su charanga de pura cepa tus sentidos sin duda podrá deleitar. O su teatro tu vello erizar.
Agradecimiento
Muchas gracias a Sergio Romero por este escrito realizado con sentimiento y amor a su pueblo. Os dejamos también su blog por si lo queréis ojear.
Villálvaro queda bien representado en este pueblo a pueblo que estamos intentando realizar. ¡Gracias a tod@s los participantes!
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