El pueblo del que vengo está inundado de naturaleza pura. Pueblo soriano en tierra de Camero Nuevo, cercano también a La Rioja y sus bonitos pueblos, nos referimos a Montenegro de Cameros.
Importante pueblo en la época de la trashumancia. Paso, a través de Santa Inés, de carros y carretas en el transporte de mercancías hacia la meseta en otra época. Aún quedan restos de lo que fue este pueblo en la época antigua con su aserradero, molino, fábrica de cortinas…
Rodeado por el puerto de Santa Inés, paraje sin igual para realizar deportes de invierno como ski o rutas con raquetas. También se puede comer con los amigos en el restaurante del Punto Santa Inés. Después pasear por los bosques y realizar bonitas rutas hasta Peña Negra, la Laguna Verde, el Castillo de Vinuesa o la Laguna Negra. Y por otro lado el Puerto de Montenegro que nos lleva de nuevo a tierra riojana. Nos encontramos con sus Viniegras, con vistas impresionantes del valle y la Sierra de Urbión y Cebollera.
Bañado por varios ríos, río Mayor y río Sequillo, que con las nieves y las lluvias aumentan su ruido y que vierten sus aguas al Río Iregua.
Un pueblo esculpido en piedra
Construido con casas de piedra de mampostería y sillería. Esto hace que en verano estén sus calles y en el duro invierno mantienen el calor de los hogares.
Podemos perdernos en sus calles de piedra empinadas que nos llevan a la Ermita de San Mames. Es de estilo románico con restos de pinturas policromadas. También podemos llegar a la Iglesia de la Asunción con obras de Alonso de Sedano o al frontón de 1916 donado por Don Evaristo García de Vinuesa.
Calles que te llevan a recorrer los paisajes aledaños llenos de hayas, pinos, acebos,… sin salir del pueblo.
Se pueden observar animales salvajes. En un día tranquilo puedes ver pastar sin miedo a nada o ver pasear el ganado que da sustento a las familias que viven aquí.
En honor a Santa Isabel, la patrona del pueblo, se le rinden los festejos los primeros días de Julio y la feria de venta de ganado que se realiza en Septiembre nos reúne a celebrar con bailes y comidas populares.
Los colores de la naturaleza explotan según la estación en la que nos encontremos. El festival de colores empieza en primavera con el imponente verde. Pero también tenemos el brillo del verano, los ocres del otoño, el blanco de la nieve en invierno. Imposible realizar fotos que puedan explicarlo.
El silencio, la tranquilidad, la vida relajada de sus gentes, sus conversaciones en la plaza o el calor de un buen puchero delante del hogar. La sencillez de disfrutar de la vida. Así es Montenegro de cameros, esperando para ser visitado.
Muchas gracias por las fotos a Roman Soriano López, Elena Torres Ayensa, Raquel Custardoy Torres y Veronica Rocandio. Y también a La Costanilla que realizo esta pequeña oda a su pueblo.
Pueblo que fuiste bien grande
cuando el merino importaba
Ahora la lana está olvidada
en las lomas no hay quien ande.