A Berlanga le pasó que el Duero se convirtió bien pronto en su mejor razón para existir. Durante casi 200 años, entre los siglos X y XI, el Duero y las franjas ribereñas de ambos lados se convirtieron en un tablero de ajedrez sobre el que cayó más sangre que agua.
El Duero dibujó sobre los campos y los mapas la línea a conquistar: marca de reconquista para los reinos cristianos, que bajaban desde las montañas del norte tomando el impulso que les ayudara a saltarlo; Marca Media para un Al-Ándalus que aspiraba con llegar al infinito y más allá.
Esa es la razón por la que Berlanga se hizo y se deshizo tantas veces que al final nadie llevó la cuenta. También es el motivo de que su castillo acabara construyéndose en el lugar más difícil de tomar por las bravas: sobre una estrecha meseta rocosa en la que el río Escalote ejerce de foso natural y con las vistas privilegiadas que permitían no dejarse coger por sorpresa.
La colegiata de Santa María del Mercado destaca por su grandiosidad gótico-renacentista. Y por una bóveda estrellada que obliga a torcer el cuello para no perder ripio a tan deliciosa tracería. También por el caimán disecado que trajo de las Américas el hijo predilecto, Fray Tomás de Berlanga, Obispo de Panamá y descubridor accidental de las islas Galápagos.
Si queréis conocer más sobre Berlanga de Duero pasaros por la página del ayuntamiento.
Mi padre que ahora vive en Francia es de Berlanga de Duero…quando eramos pequeño ibamos de vacaciones a ver nuestros abuelos…y recordamos muy bien la mantequilla de Berlanga que comprabamos en casa del torero